El original se extravió. Sólo existe una reproducción certificada en 1986 por el mayor José Baltazar Sandaza, que en su momento se ocupaba, entre otras tareas, de certificar documentos del Ejército. “Es copia fiel del original”, dice la leyenda mecanografiada en cada una de las páginas del legajo de deserción del soldado Alberto Ledo que César Milani, entonces subteniente y hoy jefe del Ejército, confeccionó por orden de quien era su superior: Esteban Sanguinetti. “Nosotras creemos que los papeles desaparecieron del Ejército por obra de un integrante de la fuerza que necesitaba eliminar rastros”, dijo Graciela Ledo, hermana de la víctima, este viernes mientras esperaba que Daniel Bejas, juez federal N°1, la reciba junto a su madre, Marcela Brizuela de Ledo.
En aquel sumario administrativo se apoyó Carlos Brito, fiscal federal N°1, para imputar a Milani la supuesta comisión de los delitos de falsificación de un documento público, y de encubrimiento del secuestro y del asesinato de Ledo, que fue visto por última vez con vida el 17 de junio de 1976 en el campamento militar de Monteros. Según Brito, sin acreditar diligencias ni pruebas, el subteniente Milani decretó que el conscripto de 20 años, que cumplía el servicio militar, había desertado.
Pero eso no es todo: el fiscal detectó abundantes irregularidades e inconsistencias en el legajo. La anomalía más evidente figura, justamente, en la carátula de las actuaciones. En el espacio destinado a precisar la causa del sumario se advierte una palabra escrita a máquina y tachada (“Accidente”), y la incorporación de otra escrita a mano (“Deserción”).
“La orden de iniciar la información fue recibida a las 18.30 del 29 de junio de 1976, y el acta con la que culmina la actuación encomendada fue elaborada a las 10 de ese mismo día, lo que exterioriza la trama urdida por parte de la autoridad militar que debía realizarla”, dictaminó Brito. En función de la Reglamentación de la Justicia Militar vigente en esa época, el fiscal determinó que Milani incumplió las obligaciones que tenía como oficial informante: “no realizó ninguna actividad tendiente a determinar lo que había ocurrido con Ledo; no señaló en qué circunstancias este se fugó del vivac (...); no dejó constancia por escrito de las personas que habrían intervenido o presenciado el hecho; no consta que le haya tomado declaración a ninguno de los conscriptos compañeros del presunto ‘desertor’ ni a sus superiores; no averiguó si había recibido malos tratos (...); no determinó si existían cómplices o encubridores y, en cuestión de horas, concluyó la tarea que debía realizar en un plazo de tres días”.
Pronóstico cumplido
El 15 de diciembre pasado, siete años después del comienzo de la investigación de la desaparición de Ledo, la defensa de Milani pidió a Bejas que declare la invalidez probatoria del legajo (esa solicitud está pendiente de resolución). Su abogado, el defensor oficial Adolfo Bertini, esgrimió que una copia no podía sustentar la acusación contra su pupilo. También alegó que Brito no había extremado los medios para obtener el documento original o para probar la autenticidad de la reproducción. Este planteo no se quedó allí puesto que una semana después, -y un rato antes de que el fiscal solicitase la declaración indagatoria de Milani y la ampliación del interrogatorio de Sanguinetti (tiene procesamiento confirmado y espera el resultado del proceso en prisión preventiva domiciliaria)-, la defensa pidió que Brito sea apartado de la causa invocando el “temor de falta de objetividad”. Esta causal se fundó en el pronóstico de que el fiscal usaría la prueba cuestionada para imputar actos ilícitos a Milani.
El vaticinio se cumplió ese mismo 22 de diciembre. Después y en el escrito de ampliación de los fundamentos de la recusación, Bertini dijo que su temor se había confirmado. Y añadió una causal más: la enemistad manifiesta surgida de la denuncia que presentó Milani ante la Procuración General de la Nación para que el fiscal sea destituido por mal desempeño derivado, otra vez, del empleo del legajo controvertido.
El sumario, sin embargo, no era nuevo para la defensa. Un testigo ofrecido por ella en julio de 2014, Walter Faneco, letrado y coronel auditor del Ejército Argentino, y, por ende, subordinado al jefe del Ejército, atribuyó la demora en el inicio del sumario (data del 29 de junio de 1976 pese a que Ledo estaba ausente desde el 17 de junio) a la orden impartida por el entonces capitán Sanguinetti.
Ese coimputado, por su parte, expresó al momento de prestar declaración indagatoria en esta causa que había encargado a Milani “una investigación profunda del caso”.